El 18 de marzo de 1858 nació Rudolf Diesel, ingeniero alemán que inventó un motor de alto rendimiento que, a la postre, llevaría su nombre.

Dicho motor estaba originalmente diseñado para ser alimentado exclusivamente con aceite de cacahuete, por lo que, no sólo inventó un tipo de motor sino que, además, impulsó (relativamente) el consumo de lo que actualmente conocemos como Biodiésel.

En ocasión de su onomástica, la Asociación Nacional del Biodiésel de USA designó esta fecha como el "Día Nacional del Biodiésel".

Las ventajas y desventajas de este tipo de combustible son muchas. A nadie se le escapa que, parcialmente (la especulación y otros elementos también influyen) el auge del biodiésel (motivado por el denominado 'calentamiento global', la falta de petróleo, el incremento de las necesidades energéticas mundiales, etc.) provoca un alza muy importante en las materias primas que lo forman, los aceites y sus fuentes de orígen (productos alimenticios, en cualquier caso).

La polémica y el debate está, pues, servido. Si la demanda de este tipo de biocombustible aumenta, ¿tiene sentido limitar la producción de sus materias primas y seguir subvencionando la política agraria afectada? El fundamento de la misma era el asegurar un determinado nivel de renta de los productores alimenticios ante un lógico estancamiento de la demanda alimenticia y unos precios menores de terceros países, pero... si los productos agrícolas se usan para otros fines, ¿porqué seguir actuando de la misma manera?.

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