Leo en el periódico de ayer domingo un artículo en el que, tras un titular tan funcional como inexacto, no hace sino referirse a la importancia que posee el entorno de una persona para el propio desarrollo (aunque en la noticia aparezca como un novedoso informe del The New England Journal of Medicine, cuyo contenido puede encontrarse aquí).

Siempre he creido en los denominados 'circulos virtuosos' y en el hecho de que una manzana podrida acaba por pudrir todo el cesto, dada la extendida tendencia a la mediocridad que impera prácticamente por todas partes.

Por eso, siempre uno ha de recordar la frase "dime con quien andas y te diré quien eres", y rodearse, en la medida de lo posible, de buena gente. Porque, no nos engañemos, ese es el único aspecto (y no si es obesa, coja, lista, fea o número uno de su promoción) que realmente me interesa de la gente de mi entorno.

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